Freud, el inconsciente y las antitoll: ¿por qué no pueden soltar el contenido que odian?

Hola a tod@s!

Estuve viendo en la escuela algunos temas de psicología (especialmente Freud y el inconsciente), y con los ejemplos y materiales que tuvimos en clase se me ocurrió relacionarlo con algo que vivimos en el fandom: la eterna pelea entre las tollshippers y las antitoll.

Aclaro desde ya: soy solo una adolescente, no soy profesional de la psicología. Esto es solo mi opinión y un intento de aplicar lo que voy aprendiendo a lo que veo en redes. Si me equivoco en algo o si alguien tiene otra perspectiva, ¡me encantaría leerla en los comentarios!

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Freud y lo “prohibido” en el inconsciente

Freud decía que en la mente hay cosas que quedan reprimidas en el inconsciente porque resultan inaceptables para el yo consciente: deseos, impulsos, fantasías, recuerdos. No es que desaparezcan: quedan bloqueados, como “prohibidos”.
Pero —y acá está la clave— lo reprimido siempre busca volver: se filtra en sueños, lapsus, síntomas… o incluso en conductas que parecen contradecir lo que decimos pensar.

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Rechazo hacia el toll y el retorno de lo reprimido

¿Qué tiene que ver esto con las antitoll que consumen contenido Twincest aunque juren que lo odian?

Desde Freud y la psicología, podemos verlo así:

Formación reactiva: cuando algo me atrae o me inquieta, pero no lo tolero, reacciono exageradamente en contra. Es decir: lo miro, pero lo critico con furia.

He hablado con varias personas (que al día de hoy son tollshippers) que pasaron por un proceso similar. Muchas me contaron que al principio eran “antis”, que miraban edits, fanfics o cualquier tipo de contenido relacionado con el toll y no podían creer que alguien hiciera eso, que alguien pudiera shippear a dos hermanos. Lo criticaban con fuerza, pero al mismo tiempo no podían dejar de mirar, porque algo dentro de ellas se sentía atraído a eso aunque no quisieran admitirlo.

Con el tiempo, terminaron reconociendo que, en el fondo, les llamaba la atención. Y no son casos aislados: escuché historias casi calcadas entre sí, donde el rechazo inicial terminaba siendo más bien una forma de esconder esa curiosidad reprimida.

Proyección: atribuimos a otros lo que no queremos reconocer en nosotros mismos. Ejemplo: “los tollshippers son los enfermos” (cuando en realidad yo no dejo de consumir lo mismo).

Supresión irónica: mientras más intento no pensar en algo, más me obsesiona. Como el famoso experimento de “no pienses en un oso blanco”: lo primero que se te viene a la mente es justamente eso. Mientras más intento no pensar en el toll, mientras más mi yo consciente se siente perturbado por el choque moral, los edits, los fanfics, los pensamientos sobre el ship… menos puedo olvidarlo, porque detrás de todo eso, inconscientemente, hay un deseo reprimido.

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Odio y consumo

Además de lo inconsciente, hay otros procesos psicológicos que pueden explicar este fenómeno:

Disonancia cognitiva: si pienso “esto está mal” pero lo consumo, me genera tensión. Entonces la manera de resolverlo es atacarlo y justificarse. Ej: “lo miro solo para denunciarlo”.

Curiosidad morbosa: los humanos tenemos tendencia a mirar lo que es tabú, raro o prohibido. Incluso si nos da asco o rechazo, hay un “tirón” que nos hace volver.

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Redes sociales y el ciclo de odio

El contexto de las redes amplifica todo:

Las plataformas premian la indignación porque genera comentarios, citas y viralidad.

Ser “antitoll” da un lugar identitario fuerte: “yo estoy en el grupo puro, los otros son los raros”.

El anonimato permite decir con violencia cosas que en persona no se dirían, desde insultos hasta deseos extremos contra otros usuarios.

Las propias redes convierten la crítica constante en un ciclo adictivo. Las personas interactúan tanto con este contenido —peleando, reportando, comentando— que finalmente el mismo algoritmo se lo muestra una y otra vez, alimentando aún más aquello que tienen reprimido.

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Conclusión personal

Para mí, las antitoll no son simples “haters”: están atravesadas por mecanismos psicológicos que las empujan a consumir justo lo que dicen rechazar. Desde Freud, podemos pensar que ese material es “prohibido” y reprimido, pero retorna disfrazado de indignación.

No significa que en el fondo todas deseen lo mismo que un tollshipper, pero sí que el inconsciente, la disonancia y la curiosidad las mantienen atadas a ese contenido.

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ACLARO: Esta es mi opinión, basada en lo que voy aprendiendo y observando.
• Me encantaría que si alguien tiene otra visión o quiere corregirme algo, lo deje en los comentarios. Los estaré leyendo.

¡Gracias por leer hasta acá!

-BeKa







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